Quien en realidad cae mejor?

martes, 1 de diciembre de 2009

the beggininng

La historia comienza con una encantadora adolescente -considerando que por encantador me refiero a aterrador- que vivía en la gran ciudad de New York, junto con sus padres. Su nombre era Jackeline, y tenía una personalidad algo cerrada y exasperante.
Al llegar la primavera, los padres de Jack -como le decían todos los la conocían- deciden separarse ya que ninguno de los dos aguantaba al otro. Pero aun que se odiaran, con su hija -unica- siempre debían de ponerse de acuerdo. Por eso, y sin más preambulo, deciden mandarle por ese periodo de tiempo a la casa del único abuelo que la chica poseía: el abuelo Jackson, un extraño hombre que se dedicaba a su profesion -psicología- a más no poder.
Él vivia en el medio de la nada, en una casa lo bastante grande para hacer entrar a 580 gatos negros cuyo nombre es Jack, al no tener su dueño creatividad para el nombre de cada uno.
Al llegar a la casa de su abuelo, Jack - me refiero a la protagonista- se dio cuenta de que lo que sus padres le nombraron como casa era más bien una gran mansión que ocupaba toda una manzana.
Pero al entrar, ese sueño que pudo observar por afuera, no lo era igual por adentro: las ventanas cerradas no dejaban psar la luz y si las abrias la que impedia que pase la luz era la cortina de terciopelo rojo tan espesa que era imposible correrla; las puertas de algunas habitaciones estaban cerradas con llave y por debajo de la puerta se veía como el polvo se escapada; las paredes eran oscuras y extrañamente largas hasta el techo, que estaba a unos 5 metros del piso. Aun asi, exceptuando las habitaciones encerradas con candado y llave de oro, todo estaba impecable y limpio, nada desordenado y sucio. Muy por el contrario, si. El abuelo Jackson era una persona práctica que amaba la limpieza y el orden y lo demostraba dia a dia en su gran mansión.
Jackeline estaba absorta por aquella casa aun cuando descubre un extraño peso sobre su ser que le aseguraba que alguien la observaba. Pero por más que daba vueltas por el pasillo y agudizara su vista y su oído, le era imposible detectar quien se atrevía a observarla. Más tarde descubriría a aquel agujero negro...

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